El Arte Islámico
(I)
Partiendo de rasgos procedentes de
diferentes culturas específicas de los países conquistados durante la expansión
del islam, los artistas musulmanes consiguieron una forma de expresión propia,
caracterizada por el empleo de líneas y figuras curvadas y ondulantes.
Orígenes
del arte islámico
Las múltiples formas del arte musulmán
tienen su origen en la gestación de la fe islámica, revelada a Mahoma (570-632) por el arcángel
Gabriel y recogida en las suras y versículos
del Corán. Tras la
unificación bajo una fe monoteísta, el
islam ¿que significa sumisión?, articuló el poder en torno a los califas, líderes religiosos y
políticos, que en principio eran los familiares y allegados de Mahoma. Entre
los primeros califas, Abú Bakr (570-634)
unificó las tribus árabes, Omar (591-644)
extendió el dominio islámico hasta Siria, Persia, Egipto y Palestina y, con la
dinastía de los Omeyas,
que serían expulsados de Damasco por los Abasíes,
el islam llegó hasta la península Ibérica.
Surgirían así numerosos focos
artísticos:
·
Damasco, capital omeya;
·
Bagdad, capital abasí;
·
El Cairo, de los jatimíes
y los tuluníes (siglo IX);
·
Córdoba, del califa
Abderramán III (siglo X);
·
Samarcanda, de Tamerlán
(siglo XIV);
·
el Imperio mogol, de Akbar
en la India (siglo XVI);
·
y la Isfahán safawí, de
Abbas I en Persia (siglo XVII).
Arquitectura
Las edificaciones árabes más destacadas
son:
·
La mezquita, construcción más significativa del islam, analizada más
adelante.
·
La madrasa, escuela de teología en la que vivían los estudiantes, con
dormitorios, salas comunes y mezquita privada, dispuestos en torno a un patio
central.
·
El mausoleo fue, aunque la fe islámica prohibe la conmemoración
personal, otro de los edificios singulares. Entre los más representativos se
cuentan el de Tamerlán (1336-
1405) en Samarcanda, Uzbekistán, y el del gran
mogol Jahan (siglo XVI) y su esposa Mahal, en la ciudad india de Agra, el
célebre Taj Mahal.
·
El ribat, o rábida, entre las construcciones militares. Se trata de una
fortificación defensiva de los territorios fronterizos que, posteriormente, se
convirtió en centro monástico. Uno de los más notables es el de Susa, en Túnez.
·
Las puertas en recodo, como la Bab-al-Futuh de
El Cairo (s. XI), o las torres
albarranas, como la torre
del Oro, de Sevilla (s. XIII), a destacar también como elementos
defensivos.
·
Los palacios, caracterizados por la disposición laberíntica de salones,
patios y jardines, con abundantes fuentes. Entre los más célebres cabe citar el
de Qusayr Amra, en
Jordania, y los de Madinat al-Zahra y La Alhambra, en Córdoba y Granada,
España.
Patio de la madrasa de Attarine, (1670), en Fez, Marruecos.
Salón Real de Madinat al-Zahra (936-976), Córdoba.
La
mezquita
La planta de la mezquita, probablemente
procedente de la casa de Mahoma en Medina, consta de:
·
Un patio, generalmente rodeado de
columnas, y una sala de oración,
a veces unidas en un espacio único, sin muro de separación.
·
Un interior columnado que se dispone
en naves, cerradas por un muro de fondo o muro
de la alquibla, paralelo al cual se sitúan los fieles en la oración y
que señala la orientación hacia La Meca. En este muro se sitúa el mihrab, que es el lugar más ricamente
decorado de la mezquita y parece señalar el punto desde el que Mahoma dirigía
la oración. En algunas de las mayores mezquitas se encuentra un espacio
reservado a los príncipes, la maqsura.
·
En el interior de
la sala de oración el mobiliario se reduce a:
·
Un atril para el Corán.
·
Un podio para el imán, encargado de dirigir la oración.
·
Un almimbar o púlpito, desde el que
el jatib pronuncia el sermón.
·
En el exterior los
elementos esenciales son:
·
La fuente o pila, destinada a
realizar las preceptivas abluciones previas a la oración.
·
El alminar o minarete, desde el que el moecín o almuédano llama a la oración. Los
alminares podían presentar forma circular, como en la mezquita de Samarra (siglo XI), en Irak;
estrellada, como en la de Masud en
Gazna (siglo XI), en Afganistán; o cuadrada, como en la Giralda de Sevilla, España (siglo
XII).
Interior de la Gran mezquita de Damasco, Siria (705).
Artes
decorativas
La decoración religiosa islámica se
caracteriza por la ausencia de representaciones de animales y personas, en
función del precepto según el cual no se pueden pintar más que «árboles, flores y seres inanimados».
Tal principio no está recogido en el Corán, sino en el Hadith, recopilación de los hechos y
dichos de Mahoma.
Así, los motivos vegetales constituyen
la base de los atauriques,
obras de ornamentación en yeso, estuco o madera, propias del arte árabe.
Las técnicas más empleadas en la
decoración de mezquitas y recintos sagrados fueron: el relieve de estuco, la cerámica vidriada y la carpintería vidriada.
La representación de figuras humanas y
animales quedó así limitada a las ilustraciones de los libros, siendo
frecuentes las miniaturas en tratados de medicina y astronomía y en obras
poéticas como el Calila e Dimna,
el Maqmat, de al-Hariri, o el Libro de los Reyes, de Firdusi.
Doble página del Corán,
caligrafiado con tintas de colores y oro por Ahmad Marahisari (siglo XVI),
(Museo Topkapi, Estambul).
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